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Sara, nuestra primera matriarca, es la que le da nombre a la parasha de nuestra semana: “Jaiei Sara”. Pero la lectura de este Shabat no habla sobre lo que nos indica el título “la vida de Sara” sino sobre su muerte.

Nuestros sabios nos explican que el primer altar sagrado del pueblo hebreo estaba consagrado en la casa de Abraham y Sara, y que gracias al mérito de Sara, los panes que ella horneaba y las velas que ella encendía, se mantenían durante toda una semana junto a un pilar de fuego al lado de su tienda representando la presencia divina.

Una vez que Sara muere, estos milagros desaparecen hasta que Abraham manda a Eliezer, su ayudante, a buscarle una mujer a su hijo Itzjak. Al encontrar Eliezer a Rivka y llevársela a Itzjak para que formen una familia, los milagros de las velas, el pan y el pilar de fuego regresan.

Estas particularidades ocurrieron ya que tanto Sara como Rivka eran personas íntegras, sensibles, que entendían las necesidades de su familia y del prójimo, y por eso eran meritorias de contar con esos milagros.

Quiera D´os que en este Shabat podamos emular las virtudes y cualidades de nuestras matriarcas, que podamos recibir la santidad del Shabat sobre nuestros hogares y que la energía y paz que solo este día nos otorga, nos dure toda la semana, como duraban el pan y las velas de Sara y Rivka.

¡Shabat Shalom!

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