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Moshe pierde a dos personas muy cercanas que son pilares más que importantes para su liderazgo.
En parashat Jukat, Aaron y Miriam dejan este mundo.
El relato nos dice que, gracias a las bondades de Miriam, un manantial de agua acompaña al pueblo de Israel en su caminata por el desierto y Aaron es nada más y nada menos que el sumo sacerdote que dirige a todos en sus prácticas de sacrificios.
Entonces el pueblo vuelve a quejarse de D´os y Moshe, y recae sobre ellos una plaga de serpientes venenosas.
¿No habían pasado y vivenciado suficientes milagros como para seguir reclamándole cosas a Moshe?
En un primer momento, Moshe entra en esta sinergia y desobedece a D´os pegándole a la piedra que provee agua en vez de hablarle, pero luego logra encontrar su compostura y vuelve a ser el líder ejemplar que supo caracterizarlo.
Y en la segunda parte, Balak, encontramos el relato del rey que quiere maldecir al pueblo y contrata a Bilam, un mago, para que lo haga.
Luego de varios intentos, Bilam al querer hacer lo que le solicitó el rey, termina bendiciendo al pueblo diciendo el Ma Tov Hu: “Cuan bellas son tus campamentos pueblo de Israel…”
Estas parshiot nos enseñan que por más golpes que recibamos, no tenemos que enloquecer ya que solo cuando nos damos un tiempo para pensar y replantearnos por qué nos pasan las cosas, vamos a encontrar el rumbo y que cuando solo pensamos en palabras que nos llevan a querer hablar mal del otro, tenemos que tratar de convertirlas en bendiciones.
¡Shabat shalom!
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Matías Dobzewicz
Seminarista y Director comunitario