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Se cuenta que una vez Rabí Iehonatán Aibshitz iba caminando por la calle y se encontró con el rey de la comarca, quien le preguntó: “¿Hacia dónde te diriges?”. “Yo no lo sé” – contestó Rabí Iehonatán. Al escuchar esto, el rey se enfureció mucho con él y ordenó encarcelarlo. Después de que se tranquilizó, el rey fue hasta la celda donde estaba Rabí Iehonatán y le preguntó: “¿Por qué realmente no has querido decirme hacia dónde ibas?”. Le contestó Rabí Iehonatán: “¡Su majestad, ve que dije la verdad! ¿Yo sabía que estaría encarcelado?”.
Este cuento nos ayudará a comprender un poco más uno de los temas de nuestra parashá:
“Dijo D’os a Moshé: llega hasta el Faraón, pues Yo hice pesado su corazón y el corazón de sus servidores para poner Mis señales, éstas, en medio de él” (10:1).
Llama la atención el lenguaje utilizado por la Torá en este versículo: “bo el Paró – llega hasta el Faraón”, ya que encontramos otro verbo que podría haber sido mejor utilizado en este caso: el verbo lej (ve, dirígete) quedando: “lej el Paró – ve hacia el Faraón”.
A pesar de que sus connotaciones son parecidas, encontramos en la Torá que en general, se usa el verbo laléjet cuando se está hablando de ir a un lugar lejano, y el verbo labó cuando se habla de alguien que fue a un lugar cercano.
El Rab Aharón Weiner (1912 – 1967) en el libro“Higuioné Aharón”, también se dedicó a este tema. Él nos dice que realmente, sí debería haber estado escrito “lej el Paró – ve hacia el Faraón”, sin embargo, cuando un hombre le dice a su prójimo que vaya a un lugar determinado no es seguro que llegará, pues en definitiva, él es un ser humano y no sabe lo que puede pasar finalmente, y corresponde utilizar el verbo laléjet.
Pero cuando D’os manda a alguien a un lugar determinado, sin ningún lugar a dudas ese hombre llegará a su lugar de destino y es por eso que en nuestra parashá, la Torá dice “bo el Paró – llega hasta el Faraón”. Y a través del uso de este verbo, D’os le quiso insinuar a Moshé que la misión seguro será realizada, que él llegará hasta el Faraón, y que no debía preocuparse por las fieras salvajes que rodeaban el palacio del Faraón.
Y es por eso que Rabí Iehonatán le contestó al rey: “Su majestad ve que dije la verdad! ¿Yo sabía que estaría encarcelado?” ya que realmente nadie sabe hacia dónde va y sólo D’os puede decir quién seguro llegará.
Ojalá el destino al que nos propongamos llegar durante este año, tanto personal como comunitariamente, estén guiados y protegidos por la presencia divina, y podamos llegar a él sin preocuparnos por las adversidades que puedan presentarse en el camino, al igual que lo hizo Moshé al liberar a nuestro pueblo de las manos del faraón.
Shabat Shalom,
Yael Dobzewicz