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En la parasha de esta semana, ocurre nuevamente una rebelión sobre la figura de Moshe, y su hermano Aaron, poniendo en jaque el fundamento de su poder y rebelándose ante el hecho de que al fin y al cabo, Dios se encuentra entre todos ellos, y no hay razón para la cual Moshe y su hermano se alcen sobre todo el pueblo ejerciendo mandato, y tomando las decisiones.
La rebelión estaba encabezada por Koraj, que junto con Aviram y Datan reunieron 250 líderes que se congregaron para cuestionar fundamentalmente el armado jerárquico de la estructura de poder que se había establecido en el desierto, y aduciendo un principio de horizontalidad de la santidad existente entre todo el pueblo, cuestionaron su legitimidad y su poder.
No es un dato menor el hecho de que los congregados, los rebeldes, hayan sido justamente lideres y referentes ya existentes en el pueblo, pero que no ostentaban ni tenían el apoyo de Dios.
Al tener este dato podemos preguntarnos si era sincero su argumento, si realmente proponían la santidad popular, o si solo buscaban una alternancia en el liderazgo y alzarse ellos sobre los demás hebreos ¿Qué alternativa real proponían a la forma en la cual se había establecido la división de funciones en el desierto, en la cuál era Dios y no Moshe la cabeza, siendo este un profeta que articulaba sus deseos y que permitía llegar finalmente al pueblo a la tierra de leche y miel?
Dios ante esto, responde sin reparos haciendo que la tierra misma se trague a los rebeldes y propagando una plaga dentro del pueblo matando miles de personas que ejemplifican y aplacan la rebeldía desatada y luego de un proceso visible ante los ojos del pueblo, Dios reafirma a Aaron y a su familia como responsables del santuario y consagra a Aaron como el Cohen Hagadol.
En repetidas ocasiones durante la parasha, la ira de Dios es tal que propone la desaparición del pueblo y el asesinato en masa, ante lo cual Moshe y Aaron interceden constantemente para salvar a los justos, y que solo perezcan los que osaron rebelarse contra la voluntad de Dios, y estos logran finalmente su cometido salvando a la mayoría del pueblo.
Podríamos pensar entonces, que la voluntad de poder ejercida por Koraj y sus aliados, era vacía de contenido, que eran meras ansias de poder y grandeza y que en cambio Moshe y Aaron estaban en servicio de una idea, respondían al servicio de Dios y no de su propia conveniencia, pero que mas allá de eso, la idea no implicaba el aniquilamiento y su supremacía absoluta, ya que al fin y al cabo no existirían personas que podrían llevarlas para adelante y desarrollarlas.
Pero no era esa la función de Dios, reparar en las consecuencias de su supremacía no correspondía a su competencia, ya que Dios es la idea en sí misma, sin su limitación humana. Era entonces función de los humanos tener la sensibilidad para conciliar el mundo de las ideas con el mundo terrenal generando un equilibrio que permitiera el desarrollo de un proyecto en conjunto.
Sin una de las dos patas de este esquema, encontramos sus extremos, por un lado el fanatismo idealista, que todos sabemos en qué puede terminar, y por otro el vacio de la simple búsqueda de poder.
Espero podamos entonces, encontrar este difícil equilibrio entre la idea y la sensibilidad humana de tener los pies en la tierra, para lograr todo lo que nos propongamos y el desarrollo de grandes proyectos colectivos que nos permitan crecer y autor realizarnos como seres humanos.
Shabat shalom
Alon Yoel Kelmeszes