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El tercer libro de la Tora, Vaikra, es una excelente guía de leyes y prácticas rituales. Empieza explicando todo lo relacionado a los sacrificios y luego abarca otros temas como kashrut y la impureza tanto de objetos como en las personas.
Este Shabat nos toca leer una doble parashá: Tazria-Metzorá que, entre otras cosas, nos explica sobre el Tzaraat, una especie de llaga que impurifica personas y objetos; y se nos dice que a todo lo que esto afecta debe ser destruido, y en el caso de los humanos, deben ser excluidos de la comunidad hasta curarse. Una vez que la llaga ya no está, se debe haber cumplido con el proceso ritual de purificación que incluye un tipo de ofrenda, y tanto la mujer como el hombre deben pasar por la mikve, baño ritual, para poder estar puros nuevamente.
La mikve es comparada con el vientre materno, lugar donde no existe la maldad, donde uno está en su estado más puro. Es justamente mediante la mikve que uno puede volver a un estado de pureza.
Será entonces que cuando tenemos que purgar todo lo malo que nos pasa, lo que tenemos dentro, en vez de buscar respuestas lejos y echar culpas, deberíamos buscar dentro nuestro, en lo más genuino y real, en el lugar de origen de cada uno.
¿Somos lo suficientemente honestos como para poder dar un paso al costado cuando solo tenemos ánimos de destruir e influir al resto negativamente tal como lo hacía el tzaraat?
¿Tenemos los mecanismos para poder purificarnos y volver a estar junto al resto de nuestros pares?
Que en este shabat podamos mirar hacia adentro y reflexionar para sacar todo lo que nos afecta negativamente y seguir construyendo en el camino de las mitzvot, que podamos sacar todo lo que nos impurifica, podamos encontrar las formas de volver a nuestro origen y seguir construyendo en pos de un mundo mejor.