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Resulta interesante como la Torá describe la consecuencia de hacer lashón hará:(difamar) la tzaraat. Muchas veces esta palabra es traducida como lepra, pero pongámonos una mano en el corazón y seamos sinceros: Si una persona habla mal de otra, ¿ le van a salir manchas en la piel?
Lo que realmente queda manchado, además del honor de la persona a la que nos referimos, es nuestra propia persona desde el punto de vista espiritual.
¿Entonces por qué Dios nos habla de manchas en la piel? ¿Por qué serán pocos los que contraen esta enfermedad? Porque la piel a la que se hace mención en la Torá, quizás es aquella , la de nuestro ser espiritual. Es la que no vemos, pero que sentimos. Es nuestra consciencia, es el poder que tiene Dios para demostrarnos si hacemos bien o no, las cosas.
Al momento de la Creación, Dios le dio al hombre la capacidad de poder comunicarse mediante palabras, pero dejó a nuestro libre albedrío el cómo y el qué comunicamos. Y como la Torá es atemporal, podemos ver cómo el lashón hará se refleja en nuestros tiempos como el bullying. Claro, nos creemos superiores por burlarnos de los defectos ajenos: Si la persona está afuera de los límites de los que esta sociedad consumista considera normal, tendemos a apartarlo cuando en realidad quien realiza estos actos, es quien se aparta o se enferma. Se aparta de la senda de Dios. Del camino que Él imaginó para nuestras vidas, pero nosotros elegimos transitarlo diferente.
El castigo por la tzaraat era el aislamiento. En nuestros días deberíamos utilizar el mismo castigo. No porque la tzaraat sea contagiosa; sino para que recapacitemos sobre lo que hemos hecho mal.
Conocemos un refrán que dice: “A las palabras, se las lleva el viento”. Pero lo que nunca se lleva el viento, es el sentimiento de dolor y humillación que percibe la persona afectada.
¿Por qué era al Cohen el que verificaba si la persona tenía tzaraat? Porque era una enfermedad espiritual. De haber sido lepra, un doctor sería el diagnosticador. No podemos prohibir el uso de la palabra… ni bueno, ni lashón hará porque el ser humano lo tiene en nuestra esencia. Somos seres competitivos, sabemos que todos nuestros recursos son limitados y a aveces utilizamos los más dolorosos para ganar.
La prohibición, trae más tentación… intentemos concienciarnos y disminuir las oportunidades de hacer lashón hará. Cuando lo hagamos sentiremos que nos acercamos a proponernos hacer las cosas mejor y con ello son acercamos más a Dios.
Caso contrario, que Dios nos perdone.
Shabat Shalom, Lucas Fisbein