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La parashá de esta semana, Vaiélej (“y él fue”), cuenta los eventos del último día de la vida de Moshé. En estos versículos, el gran líder del pueblo judío transfiere el liderazgo a Ioshúa, y escribe (o concluye la escritura de) la Torá en un rollo que deja en manos de los Leviím para ser guardado en el Arón HaBerit (Arca del Pacto).
Es interesante destacar que esta parashá menciona la última de las 613 mitzvot: “Y ahora escriban para ustedes este canto y enséñenlo a los Hijos de Israel…”
Nuestros sabios nos enseñan que el canto al que se refiere este versículo es toda la Torá, y que todo judío fue comandado a escribir su propio Séfer Torá. La Guemará nos enseña que incluso si una persona hereda el Séfer Torá de sus antepasados, sigue teniendo la obligación de escribir uno propio.
Sí profundizamos en el análisis de esta última mitzvá, podemos encontrar una idea más profunda en ella. La mitzvá de escribir un rollo de Torá propio significa que debemos internalizar la Torá, convertirla en una parte de nosotros, para que todos nuestros pensamientos y acciones estén siempre atravesados por ella.
Esta porción de la Torá es generalmente leída en Shabat Shuvá, el shabat entre Rosh Hashaná y Iom Kipur, un momento fundamental del año judío. Estos son días de reflexión y arrepentimiento, en el que cada uno debe estar realizando su Teshuvá, su balance del año, para pedir ser inscriptos un año más en el Libro de la Vida.
Es común que durante el año, la vorágine del día a día nos haga perder de vista la importancia de mantener una vida religiosamente activa, cuyas acciones estén basadas en el cumplimiento de las mitzvot.
Es mi deseo que durante estos Iamim Noraim, cada uno pueda tomarse el tiempo para liberarnos de esa rutina, reforzar nuestra relación con lo divino y acercarnos a nuestras fuentes e internalizarlas. De esta manera podremos cumplir simbólicamente, la mitzvá Nº 613: “Y ahora escriban para ustedes este canto y enséñenlo a los Hijos de Israel…”
¡Shabat Shalom, ve Shaná tová ukmetuká!
Yael Dobzewicz