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En esta Parashá tenemos muchos aspectos destacables para hablar. Podemos hablar sobre el amor de una madre por su hijo, como en el caso de Hagar y Sara. También podemos hablar de la desesperación por salvar vidas: Abraham con Sodoma y Gomorra. Pero también, podemos ver tres actos en la vida de Abraham que tienen un mismo fin: dar.
El primer momento, en donde Abraham es un dador, es justo después de su Brit Milá. “Dios se le apareció a [Abraham] en las planicies de Mamré mientras él estaba sentado a la entrada de la tienda en la parte más calurosa del día” (Génesis 18:1). Estaba en compañía de Dios cuando tres forasteros se acercan a su tienda.
Abraham se levanta, a pesar de su dolor, y sale a saludarlos para darles alojamiento y comida. Es la primera vez que se menciona ajnasat orjimdesde que el mundo fue creado.
Cuando estaba con Dios estaba recibiendo compañía. Cuando salió en busca de los extraño estaba dando.
El segundo momento, es en la destrucción de Sodoma y Gomorra. Podemos discutir si fue o no demasiada la cantidad de gente justa que pedía Abraham para no destruirlas pero la idea es otra. ¿Qué tiene que ver el “dar”? Indirectamente no es Abraham el que da, sino que le pide a Dios que “de” otra oportunidad.
Y el tercer momento y tal vez el más dramático, fue la akedat Itzjak. Pongámonos un momento en esa situación y pensemos si sacrificaríamos a nuestros hijos. La respuesta unánime sería no. Con este acto Abraham daba su vida a Dios. Los hijos son la prolongación de nuestros días.
Uno siempre daría la vida por sus hijos pero siendo hijos de Dios ¿la sacrificaríamos por nuestro Padre? Abraham sí.
Por eso si uno no siente placer en dar, a veces es mejor pecar de egoísta porque quien lo recibe nota la falta de intensión.
Pero si actuamos como Abraham y somos dadores por naturaleza, la satisfacción será doble. En primer lugar nos sentiremos felices de haber dado y en segundo lugar la persona que lo recibe será feliz porque se dará de nuestro accionar.
Dios nos dio la vida que es algo inmensurable. A nosotros ¿qué nos cuesta emularlo? Pensemos en la expresión de quien lo recibe. Pensemos en nuestra expresión. Ahora dejemos de pensar y empecemos a dar.
Shabat Shalom
Lucas Fisbein