Noticias
Una ciudad dominada por la ira, por la destrucción y los malos hábitos. Una ciudad en donde la presencia de Dios prácticamente no es apreciada por sus habitantes. Violencia y más violencia. Deshonra y gente que se deja llevar por sus egocentrismos.
Esta introducción, si bien se refiere a una breve descripción de Sodoma, es anacrónica, atemporal y podría describir tranquilamente nuestra sociedad.
Abraham le suplica a Dios que salve a esta ciudad a cambio de poder encontrar 50 justos. Dios acepta pero no los encuentran. Entonces nuestro patriarca negocia encontrar 40, luego 30, después 20 y finalmente 10, pero no lo logra y Sodoma es destruida.
La familia de Lot, su sobrino, es alertada para irse sin mirar atrás, pero su esposa no logra cumplir este objetivo y al mirar lo que dejaban en su pasado, se convierte en una estatua de sal.
Abraham, en esta sección de la Tora, trata de salvar a toda una ciudad, trata de convencer a Dios incluso sin conocer a una sola persona de Sdom fuera de la familia de su sobrino.
¿Cuántas veces criticamos la sociedad en la que estamos? Y ¿cuántas veces hacemos algo para cambiarla y ayudar a los que están pasando un mal momento o están transitando un camino incierto?
¿Cuánto estamos dispuestos a negociar incluso por aquellos que no conocemos?
Aprendamos de Abraham, en esta parashá Vayera, de su entrega total a la divinidad, de darlo todo incluso por el desconocido y tratar de ayudarlo, y tratemos de a poco, uno a uno, de formar sociedades justas y sin violencia. Que no existan más sodomas en nuestros tiempos.
¡Shabat Shalom!