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Estamos en la festividad de Sucot y cabe preguntarse qué representa ese símbolo tan extravagante en la actualidad en la cual vivimos, donde nuestras casas son de cemento y contienen miles de agregados. Cabe realizarse la pregunta de cuán rupturista puede ser decidir mudarse por una semana a una simple cabaña, construida con las manos humanas y con la simpleza de la naturaleza en coherente armonía.
Muy fácil seria caer en el juicio hacia los lujos y una exaltación de lo fundamental como si hoy no fuera fundamental tener una estufa, una ducha caliente y una serie de cosas que la Sucá no puede contener. Por lo que deberemos buscar por otro lado la significación de este elemento peculiar que forma parte de nuestra tradición.
Decíamos antes que la suca está justamente construida con las manos humanas, pero ahí aparece la pregunta,¿ las casas en las cuales vivimos no lo están? El mundo altamente complejo con sus miles de maquinarias, ¿no son también trabajo de la humanidad? Y la respuesta no puede ser otra que afirmativa, y a parir de entonces vemos cual es el juego que realiza la Sucá en la actualidad. Un elemento destinado a recordarnos la capacidad de lo que podemos realizar con nuestras propias manos si le otorgamos un sentido propio, si hay una mitzvá que nos incita hacerlo. El poder del accionar humano en conjunto con la ordenanza y los conceptos divinos que recargan de sentido la producción. Una producción que nos reencuentra con el simple hecho de constituir con nuestras propias manos un hogar, una casa donde vivir y la indicación y el llamado a comprender que son las mismas manos humanas, las que pueden realizarla.
Sucot nos recuerda nuestra capacidad humana de producir en un sentido concreto, con nuestro propio cuerpo. En el mundo en el cual estamos inmersos estamos invadidos de miles de objetos y difícilmente alguno de ellos haya sido una producción propia y poco sabemos de dónde proviene. El desconocimiento nos quita la responsabilidad de la confección, y nos separa del momento de la producción. Vivimos en un mundo producido por otros, confeccionado materialmente por algo ajenos a nosotros mismo, y sobre todo a nuestras tradiciones.
Por esa razón Sucot se nos presenta como nueva oportunidad que nos ofrece nuestra tradición, la oportunidad de volver a producir enteramente no solo en pensamiento sino en acción material y concreta. Volver a tener en nuestras manos la responsabilidad de producir el hogar en el cual habitamos, el entorno que queremos sentir durante una semana de nuestras vidas, para lograr entender la potencialidad y la responsabilidad que implica ser un hombre o una mujer con la capacidad de generar algo en el mundo que pueda tener un contenido y un sentido propio, pero no simplemente porque se lo asignamos luego de que el objeto ya nos ha sido dado, sino porque nosotros mismos lo produjimos en consonancia con nuestro propio sentido.
Sucot es entender que ante la opulencia del mundo de las maquinas, logramos entrever que es la humanidad con un sentido propio la responsable de todo lo que genera, y que con sus propias manos puede decidir también transformar lo que en el algún momento realizó, para poder lograr volver a producir como nos indica Sucot en consonancia con la naturaleza y construir con un sentido que trasciende la simple materialidad. Producir un hogar material en el que podamos igualmente ver al cielo y conectarnos con la naturaleza, y por añadidura reconectarnos con nuestro sentido espiritual.
¡Jag Sameaj! Alon Kelmeszez-.